sábado, 7 de noviembre de 2009

Un recuerdo de 1974

Durante su estancia en 1974, en sudamérica, San Josemaría se detiene en varios paises; uno de ellos es el Perú, donde estuve veinte años trabajando en la Universidad de Piura, hasta 199o; y, desde 1990 hasta 1997 en el colegio de Piura Turicará.

El día martes, que es veintitrés de julio de este año 1974, a modo de prueba, sale el Padre de Lima alrededor de las 11 de la mañana. El ingeniero Giménez ha estudiado con detenimiento el mejor recorrido para salir de Lima y, antes de las doce, ya está en Larboleda. Como hace siempre el Padre, saluda nada más llegar al Señor en el oratorio. El Padre agradece siempre mucho que se trate bien al Señor en las iglesias, grandes o pequeñas, y en los oratorios. En Lima ha dicho muchas veces que le daba gran alegría ver los sagrarios bien cuidados, el ambiente recogido y acogedor de los oratorios, que ayuda a rezar y que hace que allí se esté bien. El oratorio de Larboleda le gusta especialmente. Lo preside un cuadro colonial cuzqueño, que es una representación de la Virgen, muy expresiva y agradable, de tamaño natural, que inspira devoción.

San Josemaría llega algo mareado a Chosica. Al poco rato está mejor, pasea por el jardín, contempla sorprendido las plantas y las flores tropicales, los colores tan vivos, los diferentes tonos de verde, la abundancia y variedad de pájaros en el jardín. Poco a poco se va sintiendo a gusto. Después de almorzar dice que quiere saludar a las chicas que atienden los servicios domésticos de la casa de retiros. El Padre siempre ha dado una gran importancia a su trabajo, hasta el punto de considerar que, sin ellas, sin el cuidado que ponen en la atención y decoración de los centros, a los que saben dar el aire de una familia corriente en la que se está bien, sin ese trabajo –ha dicho muchas veces el Padre- no podría realizar sus actividades apostólicas el Opus Dei.
El recorrido se inicia con el sol brillante que hay en Chosica; conforme se acerca a Lima se va haciendo más tibio. A unos veinte kilómetros, se ve el manto de niebla que cubre la ciudad y en pocos minutos el automóvil se sumerge en la nube gris. Laa humedad puede llegar llegar a 96%, y la temperatura de 14 grados. La sensación es de bastante frío.

Mi estancia en el Perú. Homenaje a los conocidos

El Perú es un país con tres zonas claramente delimitadas: la selva, la sierra y la costa.

La selva con ciudades como Iquitos es todo un mundo, donde los nativos viven como cuando se inició la llegada de los españoles .



En la sierra


es donde viven los peruanos más desamparados. Allí se aborda un destartalado vehículo, mezcla de ómnibus y camión, con fecha de nacimiento desconocida, pero con un motor potente capaz de enfrentar y superar los retos que impone una carretera serrana que tiene que subir y bajar por los impresionantes cerros de los Andes, bordeando de vez en cuando hondos precipicios casi cortados a pico, una carretera que unas veces es arenosa, otras pedregosa, otras fangosa y otras perdida por las altas punas, donde todo vestigio son las huellas que dejó el vehículo anterior, que pasó no se sabe cuanto tiempo antes. A veces las huellas se pierden y el chofer se deja llevar por un particular instinto que nunca le falla. De cuando en cuando, lo mismo de madrugada que en pleno día, el chofer detiene el atípico vehículo, lo arrima a un lado de la carretera, a la que se denomina con excesivo optimismo “la pista”, y se echa un sueño de minutos o de horas, sin que nadie proteste, porque bien saben los pasajeros que las curvas pronunciadas y los abismos, en los que allá abajo se ve la corriente del río, exigen tener los ojos muy abiertos y el pulso bien firme. Otras veces el chofer aprovechará alguna de las numerosas paradas para refrescar su sed con alguna gaseosa o, lo que es más inquietante, con alguna cerveza, que será protestada tímidamente por las señoras que viajan y aceptada resignadamente en silencio por los hombres, que no se sienten con autoridad moral para recriminarle los tragos porque probablemente ellos llevan una buena cantidad adentro. El camión que hace el recorrido de Huarochirí a Lima luce en lo alto de la cabina unas letras grandes, escritas sobre una madera, que dicen: “El León Huarochirano”. Por momentos suena a león, porque algunas cuestas son muy pendientes, y el motor consigue empujar el camión a cinco por hora, mientras emite un sonido ronco que recuerda el rugido del león.
El paisaje es grandioso: al fondo de las quebradas estrechas, corre un pequeño río de aguas trasparentes en verano y turbias por las lluvias en invierno, poblado de abundantes truchas que pocos pescadores inquietan. Las laderas están tapizadas de arbustos y diferentes tipos de vegetación que dan toda una gama de variados tonos de verdes, salpicados por flores de retama amarilla. De vez en cuando algún condor, rey de las alturas andinas, recorre la quebrada, en busca de su presa. La parte alta de los cerros es seca y pedregosa, muy árida, siempre amenazando, porque en época de lluvias se deshace en ríos de lodo y piedras, algunas de ellas de dos o tres metros de altura, que bajan de los cerros y arrasan todo lo que encuentran. A lo lejos se divisan las cumbres de los Andes, que sobrepasan los cinco mil metros, y ponen al paisaje una corona de nieves perpetuas.

Quince horas después se pone pies en la capital:
es la costa


En 1952, el centro de Lima, y más tarde en La Colmena, es donde viven dos sacerdotes y tres o cuatro profesionales, todos ellos jóvenes, españoles recién llegados al Perú, que traen entre manos el proyecto de dar a conocer el Opus Dei en su nuevo país. El proyecto no es fácil, porque nadie sabe qué es eso, no tienen dinero, no han estado nunca en ninguno de estos países y no tienen más que la referencia de unos pocos nombres que serán luego unos buenos amigos. Manuel Botas y Antonio Torrella son sacerdotes, antes han seguido una carrera universitaria, uno es ingeniero y el otro es abogado. Poco después llega otro sacerdote, Luis Tegerizo, que ha hecho derecho civil y eclesiástico. Ramón Mugica y Rafael Estartús son ingenieros, Jorge Boladeras es Químico y Luis Sánchez-Moreno, el único peruano, es abogado; con el paso de los años será sacerdote y llegará a ser arzobispo de Arequipa, su tierra natal. Todos ellos no tienen más credenciales que su trabajo profesional o su ministerio sacerdotal. Les mueve el deseo de hacerse uno más entre los peruanos, de trabajar codo a codo con ellos, y así explicarán lo que es el Opus Dei, porque esa Obra de Dios está hecha de trabajo bien realizado, que puede convertirse, si uno quiere, en ofrenda y alabanza al Creador. El mensaje del Opus Dei gira alrededor del trabajo y alrededor de la familia, unida y estable, en el que el amor entre los esposos y con los hijos se une como una sola cosa con el amor de Dios. Los recién llegados empiezan a trabajar. Pronto comprueban que un buen número de hombres y mujeres les entienden perfectamente.

Protocolo para un aborto disfrazado


Me gustaría saber el protocolo de actuación que se llevará a cabo cuando una niña de dieciséis años acuda al centro para abortar y cómo será tratada. Me gustaría saber qué pretenden con esta propuesta de ley, que autoriza a que se rompa la confianza entre hijos y padres. Y me gustaría saber qué se pretende de los padres el día que nuestra hija decidiera abortar en soledad. ¿La recibimos con un aplauso? ¿Le damos sopa caliente? ¿Le preguntamos si llegó a ponerle nombre? ¿O quién habría sido el padre? ¿Debemos obviar el tema, o celebrarlo con una barbacoa? ¿Trae esas instrucciones la nueva reforma de la ley del aborto?

Mariló Montero

Una niña de dieciséis años está tan capacitada para abortar como para casarse

Me gustaría saber con qué valor lanza la joven ministra Aído, con una sonrisa, como quien anuncia un anticonceptivo novedoso, que una niña de dieciséis años está tan capacitada para abortar como para casarse. Una niña de dieciséis años no está capacitada para abortar ni para casarse, por mucho que se esté normalizando lo que son parches en la vida. Una cosa es que lo haga y otra bien distinta la sacudida que la vida le da a una adolescente casada, quien sale adelante gracias a los apoyos de la familia. Me gustaría saber quién le va a informar a una adolescente de dieciséis años de que si se queda preñada puede abortar sin decírselo a los padres y también en quién se va a apoyar ante semejante circunstancia



Mariló Montero

El síndrome del aborto

El síndrome de aborto reúne quince síntomas psicológicos que van desde la angustia al sentimiento de culpabilidad, la ansiedad, los terrores nocturnos, la depresión, los trastornos de alimentación o de la vida sexual. Síntomas que pueden llegar a aparecer, dicen los psicólogos de la Asociación de Víctimas del Aborto, incluso años después de haber abortado.



Mariló Montero


Una postdata del BLOG: Pidamos a Nuestra Señora de la Vida por antonomasia (dió a luz a Jesús)que de luz a las niñas de 16 años.

No se lo digas a mamá


Paso a continuación a la carta que nos envía Mariló Montero:


No se lo digas a mamá

Me gustaría saber la identidad de los nueve expertos en los que la ministra Bibiana Aído se escuda para defender que una niña de dieciséis años puede abortar sin consultar con sus padres. Me gustaría saber de qué son expertos y si son padres y madres. Me gustaría saber en qué se fundamentan para decir que dejar tan dramática decisión en manos de una adolescente aterrada es lo mejor para ella. Me gustaría saber si se han parado a pensar que esa criatura, tras mantener una relación sexual precipitada, va a empezar a sufrir lo que la literatura científica ya ha diagnosticado ante un aborto.





¿En la mamá-administración, o en su mejor amiga, con la que intercambia los vaqueros e inventa en su habitación coreografías de Beyoncé? Me gustaría saber si esos expertos conocen lo que es ser padres y las complicaciones a las que nos enfrentamos para conquistar la confianza de nuestros hijos en la difícil adolescencia.



Una cuestión más: ¿meterán en la cárcel a una madre que le discuta esa decisión a su hija adolescente? O es la ley del "no se lo digas a mamá porque no la necesitas". Señorita Aído, me gustaría saber si mi hija ha abortado sola. Porque soy su madre.

Si estás en contra de la ley que prepara el actual gobierno, difunde este artículo. En caso contrario, disculpa.

Gracias

Mariló Montero

miércoles, 4 de noviembre de 2009

¡A por el millón!, de amigos, por la VIDA

He recibido el siguiente correo de HAZTEOIR:


Hola JUAN LUIS!
Necesitamos 500.000 firmas contra el proyecto de ley del aborto antes del 31 de diciembre. ¿Aceptas el desafío?
Pincha aquí para descargar tu formulario y empieza ¡ya!
¿Qué harías con un millón?
Te diré lo que haría yo: buscar unas cuantas cajas vacías, llenarlas cuidadosamente, alquilar una furgoneta o, mejor, pedirle a mi amigo Álvaro que vuelva a prestarme su monovolumen, ir a La Moncloa y entregárselo todo al señor Presidente.
- ¡Hala, majete! Aquí tienes un millón.
Sí, como lo oyes. Yo quiero un millón para Zapatero. Estoy hablando, claro, de un millón de firmas.
Un millón de ciudadanos como tú, que promueves el derecho a vivir y el derecho a ser madre frente a la violencia del aborto. Un millón de "Síes" a la Vida que son, también, un millón de "Noes" a un proyecto de ley que instituye el poder del Gobierno, de cualquier Gobierno, para decidir cuándo empieza y cuándo acaba la vida de un ser humano


PUES ESO, QUE PODAMOS LLEGAR AL MILLÓN COMO CANTA ROBERTO CARLOS